La era del Imperio by Eric Hobsbawm

La era del Imperio by Eric Hobsbawm

autor:Eric Hobsbawm [Hobsbawm, Eric]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1987-01-01T05:00:00+00:00


8. LA NUEVA MUJER

En opinión de Freud, es cierto que la mujer nada consigue estudiando y que en conjunto la suerte de la mujer no mejorará de esa forma. Además, la mujer no puede igualar los logros del hombre en la sublimación de la sexualidad.

Actas de la Vienna Psychoanalytical Society, 1907[1]

Mi madre salió de la escuela cuando tenía catorce años. Inmediatamente tuvo que entrar a servir en una granja … Luego marchó a Hamburgo como sirvienta. Pero su hermano pudo aprender algo, llegó a ser cerrajero. Cuando perdió su trabajo le permitieron incluso iniciar un segundo aprendizaje con un pintor.

GRETE APPEN sobre su madre, nacida en 1888[2]

El restablecimiento del autorrespeto de la mujer es la esencia del movimiento feminista. El valor supremo de sus victorias políticas es que enseñan a la mujer a no despreciar su propio sexo.

KATHERINE ANTHONY, 1915[3]

I

Puede parecer absurdo, a primera vista, considerar la historia de la mitad de la especie humana en el período que estudiamos en el contexto de la clase media occidental, grupo relativamente reducido incluso en los países de capitalismo «desarrollado» y en desarrollo. Sin embargo, nos parece legítimo, en tanto en cuanto los historiadores centran su atención en los cambios y transformaciones en la condición de la mujer, pues el más sorprendente de ellos, «la emancipación de la mujer», fue iniciado y desarrollado de forma casi exclusiva en este período por la clase media y —de forma diferente— por los estratos más elevados de la sociedad, menos importantes desde el punto de vista estadístico. Fue un fenómeno modesto, aunque este período dio a luz un número de mujeres reducido pero sin precedentes que eran activas y que se distinguieron de forma extraordinaria en determinados campos reservados hasta entonces a los hombres: figuras como Rosa Luxemburg, madame Curie, Beatrice Webb. Con todo, fue un número lo bastante elevado como para producir no sólo un puñado de pioneras, sino —en el contexto de la burguesía— una nueva especie, la «mujer nueva» sobre la cual especularon y discutieron los observadores masculinos a partir de 1880 y que fue la protagonista de las obras de autores «progresistas»: Nora y Rebecca West de Henrik Ibsen y las heroínas, o más bien antiheroínas, de Bernard Shaw.

No se produjo todavía cambio alguno en la condición de la gran mayoría de las mujeres del mundo, aquellas que vivían en Asia, África, América Latina y las sociedades campesinas del sur y el este de Europa o, para el caso, en la mayor parte de las sociedades agrarias. Por otra parte, los cambios fueron escasos en la situación de la mayor parte de las mujeres de las clases trabajadoras, excepto en un aspecto fundamental. A partir de 1875, las mujeres del mundo «desarrollado» comenzaron a tener muchos menos hijos.

En resumen, esta parte del mundo estaba experimentando la llamada «transición demográfica» de una variante del viejo modelo —caracterizado de forma muy general por unas tasas muy elevadas de natalidad equilibradas por unas tasas de mortalidad también muy elevadas— al modelo familiar moderno de una tasa de natalidad baja compensada por una mortalidad también reducida.



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